Con un nudo en la garganta, sin saber que responderle, pasaron tres minutos de puro silencio. Lo abrase y rompí el hielo diciéndole al oído:
-No quiero perderte, pero me parece muy deprisa decirte que siento lo mismo.
Me respondió:
-Tranquila lo entiendo perfectamente, sé que no te puedo gustar así de repente, me conoces muy poco. No esperaba mucho de tu respuesta, de hecho me dijiste más de lo que yo me imaginaba. Sentía como su respiración se tornaba caliente en mi oído.
Estábamos mejilla con mejilla, me había dado un beso en el cachete y se iba deslizando hacia mis labios, mi corazón palpitaba cada vez más duro, sentía que si seguía así podría salirse.
Frente a frente a tan solo dos centímetros de estar labio con labio, sentía su respiración en mi rostro, mis hormonas estaban un tanto alborotadas, no podía creer que iba a besar a Alexander, mis ojos se cerraron al igual que los de el, era un momento muy intenso y algo loco también.
Escuche la manilla de la puerta que se estaba forzando para abrirse pensé que estaba escuchando sonidos extraños en mi cabeza, o tan solo era algo para arruinar el momento que estaba teniendo con Alexander.
Mi padre estaba parado al lado de la puerta, empuje a Alex hacia su lado, mi papa me veía con cara de confundido, y le dije con voz apenada:
-Papi te presento a Alexander.
-Oh, ¿el del regalo? Su madre me habla mucho de ti, si querías impresionar a mi hija, tenias que hablar conmigo primero. Se río y le extendió la mano para presentarse.
No me pareció que padre estuviese molesto, el es un poco protector cuando se refiere a tener como se dice un ‘‘novio’’ así que me sorprendió que no le hubiese dicho nada malo para asustarlo.
Estaba un poco curiosa, ¿Qué le había dicho mi madre sobre Alexander, si tan solo lo conocía a través de un regalo?
Mi padre y Alexander parecían entenderse, hablaban un tema tras otro. Me alegro mucho que se llevaran tan bien.
Duramos horas y horas hablando, había conocido un poco mas de Alexander y me encantaba, quizás si había sido buena idea aceptar la ‘‘cita’’ como lo dice él.
En nuestras charlas solo faltaba mama, pero ella es aeromoza la mayoría de su tiempo se la pasa viajando por Europa.
Ya se hacía tarde y mi padre se ofreció llevar a Alexander a su casa, por la forma en que él lo trataba sabia que le había caído estupendo.
En el camino estaba sentada en los asientos de atrás junto a él, adelante estaba mi padre conduciendo, me recosté sobre su pecho y el tomo mi mano, sentí mariposas en el estomago, era una sensación muy agradable, algo similar a lo que paso más temprano pero un poco más calmado, bueno mi corazón no iba tan rápido y no sentía que se podría salir.
Llegamos a su casa, se bajo y sostuvo la puerta hasta que yo me bajara, fue un total y completamente caballero, lo acompañe hasta la puerta mientras mi padre esperaba en el auto.
El frente de su hogar era hermoso, tenía un jardín y un pasillo que por el recorrido del camino llevaban rosas a tus lados acompañándote hasta las escaleras de la puerta que por cierto se parecían a las de un museo, era algo espectacular, era uno de esos lugares que te deja boca abierta y sin palabras para describirlo.
Lo abrase por un largo rato, no quería dejarlo ir. Tenía cara de querer decirme algo pero estaba pensando en cómo decírmelo. Me abrazo más duro, tomo mi mano, me alejo y me dijo:
-Lo que paso más temprano quiero que sepas que no quería besarte, te respeto demasiado. No lo haré hasta que me digas que sientes lo mismo. Junto a sus palabras me dio un beso en la mejilla, y entro a su casa.
Me quede pensativa, tal vez me estaba empezando a gustar Alexander o quizás no me gustaba la idea de que mi adolescencia estaba pasando y no había tenido un amor, para recordarlo como el primero y más grande amor, sin embargo no creo que fuera eso ya que la sensación que sentía al estar a su lado era inexplicable e inigualable.
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