Observaba como las personas bailaban sin control alguno.
La música se me hacia cada vez mas distante, y lo único que lograba escuchar con claridad era esa voz que insistía tanto por sacarme la respuesta que tanto esperaba.
-¿Y, entonces? Pregunto.
Me di media vuelta, y le di un beso en la mejilla, luego le pique el ojo yéndome lentamente, dejando a Andrés completamente confundido de lo que había sucedido.
No sabia que responderle, pues el me había asombrada al aparecer así de la nada en la fiesta de Angélica, y desde muy chiquita deseaba irme seductoramente de alguien, algo similar a lo que suele suceder siempre en las películas románticas o de misterio.
Camine hacia el otro lado de la pista de baile donde se encontraba Isabella bailando ella sola, fue algo que me hizo soltar una gran carcajada.
Por lo que note ella estaba ebria pero, consiente de todas sus acciones, ya que me había entregado su bebida transparente que cuyo nombre no me se, y me dio una mirada de ‘‘tómatelo tu, yo no puedo más’’.
El vaso era tamaño mediano, y la bebida estaba por un poco menos de la mitad, así que me la tome de un solo trago. Sentía la sensación que se me quemaba la garganta, y la necesidad de tomar con urgencia un poco de agua, pero no veía alguna bebida sin alcohol en la fiesta, así que mi último recurso era tomar de mi propia saliva.
Cuando voltee para ver a Isabella, estaba boca abierta por lo que había recién hecho, luego me mostró una sonrisa y me halo a un circulo donde se encontraban Verónica, Valeska, Andrea, Patricia, Gabriela, Stella, Daniel, Sebastian, Jorge, Rubén, David, Héctor y otros dos muchachos que no los conocía; estábamos cantando a todo volumen la canción Hey baby de Pitbull y T-Pain.
Hay personas que no saben hablar ingles, y cantan las canciones como mejor les suena, así como nosotros.
Todo el mundo nos veían; ellos observaban los bien que la estábamos pasando, tanto era la atención que teníamos que Angélica le ordeno al señor de la miniteca que nos alumbrara con el reflector.
En ese mismo instante sentía que no necesitaba de otras personas sino de tan solo mis amigos para poder llegar a ser feliz, me había olvidado completamente de todo y solo disfrutaba del momento.
Mi corazón estaba realmente acelerado, y la luz del reflector blanco me pegaba directo en la cara. Cerré los ojos y al abrirlos estaba en el suelo, por dos segundos había olvidado donde estaba, todos me rodeaban tratando de explicarse que era lo que me había ocurrido. Quisiera explicarlo pero, no recuerdo absolutamente nada.
Angélica corrió de donde estaba para llegar a mí, me tomo de la mano y me llevo al frente de su casa.
Me senté en la cera, ella me dijo que ya volvía que buscaría un poco de refresco.
Allí me encontraba sola, hasta que llego un carro Celica color azul, del cual se estaba bajando Santiago, y otras personas que no lograba ver ya que estaba oscuro.
El se acerco a mí y me pregunto:
-¿Qué haces aquí sola?
-Respirando algo de aire fresco. Conteste.
Se sentó a mi lado, sin decir nada, solo estaba allí observándome fijamente. Note que tenia un brillo en sus ojos, lo que para mi significa que estaba feliz, y mucho.
Me recosté sobre su hombro, y su brazo me rodeaba la cadera.
-¿Vez esas tres estrellas? Pregunto.
-Si, con claridad. Le dije.
-Suelo decir que esos son mis dos hermanos y yo. Nosotros solíamos ser muy unidos pero ellos crecieron y continuaron su vida fuera de casa, cada vez que tengo una importante decisión, busco a esas estrellas porque se que sin importar que opción elija ellos me apoyaran. Me contesto observándolas con orgullo.
Me había impactado lo sentimentalista que era Santiago, desde que lo conocí nunca me había dicho algo así.
Duramos alrededor de unos 13 minutos hablando, cuando una chica rubia se nos acerco y nos interrumpió diciéndonos que harían un concurso de quien bebía más tragos de Tequila, que no nos lo podíamos perder.
Santiago se fue junto a la muchacha, yo me quede viendo el cielo. No me interesaba la idea de ver a la gente compitiendo por quien se embriagaba más rápido.
Había pasado un largo rato, y note que en el porche de Angélica había una hamaca. Estaba algo cansada de estar sentada, así que me puse de pie y camine hasta allí para recostarme, coloque mi celular y mi bolso de lado en una silla de cuero que estaba al lado de una mesa de mármol.
Me encontraba de nuevo sola, aunque no me sentía así; me sentía totalmente libre, con la libertad de pensar y hacer lo que quisiera, curiosamente lo único que pasaba por mi mente era ver a las estrellas; así como Carlos tenía su pequeño obsesión por los gatos, yo la empezaba a tener por la astronomía.
Al observarlas, vi pasar una estrella fugaz y pedí un deseo; suelo contar todo lo que me sucede, mientras lo recuerde, pero dicen que si revelo lo que pedí no se hace realidad.
Tome mi celular para tratar de tomarle una foto a la luna y algunas estrellas que la rodeaban, cuando note que tenía una llamada perdida, era de Verónica. Iba a llamarle, pero ella se me había adelantado.
Se escuchaba bastante ruido, algo así como de música, pero no la voz de mi amiga.
Hasta que escuche un grite que no falto mucho para romperme los tímpanos, preguntándome donde estaba. Le conteste que en el porche de Angélica.
Seguía escuchando puro desorden, luego de unos segundos se tranco la llamada. Me había parecido algo raro, pues ni siquiera un ‘‘ven para acá’’ o ‘‘voy para allá’’ dijo.
Me senté en la hamaca y como estaba algo despeinada, use los dedos de la mano como un peine. Y me acomode la parte de arriba de la falda.
Estaba algo dormida, con el aliento oliendo a puro alcohol y preguntándome donde estaba Angélica con el refresco que me había dicho que traería. Me coloque de pie, para volver a la fiesta, ya había pasado mucho tiempo siendo algo así como un ‘‘autista’’.
Ya iba por el jardín, cuando recordé que había dejado mi bolso en la silla de cuero; me devolví para tomarlo.
Mientras caminaba estaba viendo para atrás para chequear que no había olvidado otra cosa, eso causa que me tropezara con Verónica, haciendo pegar cabeza con cabeza. Sacándome un moretón, a ella solo le ocasiono un pequeño bulto.
Nos observamos, con las manos en la frente, luego nos reímos mientras decíamos ‘‘Au’’ del dolor.
Nos abrazamos, y le pregunte:
-¿Dónde esta Valeska?
-Creo que sigue bailando, te llame porque quería asegurarme de que no estuvieses desmayada en alguna esquina. Contesto.
-Que buena amiga. Oye ¿no crees que es mejor que vallamos?, ya la fiesta esta algo aburrida. Le dije.
-Y lo dice la que a estado allí desde que llego. ¿Nos podemos quedar un rato acá? Es que no quiero llegar a mi casa en estas condiciones y además, tenemos que esperar a Valeska. Respondió.
La mire detenidamente, con una ceja levantada. No entendía en que ‘‘condiciones’’ se encontraba, yo la veía totalmente normal; solo tenia el aliento oliendo a alcohol, igual que yo.
A Verónica la conozco desde que nació, yo soy seis meses mayor que ella, somos inseparables, y nos tenemos un montón de confianza. Algunas personas dicen que somos hermanas, otras dicen que gemelas, pero yo no veo el parecido, ya que ella tiene el cabello ondulado corto y yo lacio largo.
La volví a mirar, ella me apretó durísimo, yo abrí mi boca y le exhale un poco del olor de la bebida transparente que me había dado Isabella, para que me soltara, cosa que dio resultado al instante.
Se recostó en la hamaca, y lo primero que sus ojos captaron fue el hermoso cielo estrellado, puso su bolso de lado para al frente de ella y busco entre sus cosas su teléfono y le tomo una foto. Me dijo que mirara como había quedado, me acosté a su lado y apenas la vi le pedí que me la pasara por el Blackberry Messenger.
La guarde en mi celular, y vi que Verónica estaba volviendo a buscar algo entre su bolso; cuando lo consiguió, note que era un spray sabor a limón. Abrió su boca y se hecho un poco, luego me puso la mano con la botellita queriendo decir que me echaría un poco, yo abrí completamente mi mandíbula y saque la lengua, ella me dio una mirada de ‘‘si eres exagerada’’ y me hecho. Tenía un sabor a aire, la cual me hizo toser.
Ahora mi aliento olía a limonada disfrazada con un poco de cerveza.
-¿Por qué no te quedas hoy en mi casa? Le pregunte.
Me dio su teléfono y estaba en la agenda, con el contacto de ‘‘Papá hermoso’’ subrayado, eso significaba que tenia que llamarlo para preguntarle si Verónica podía quedarse conmigo.
Al contestar, las dos estábamos nerviosas, ella tenia los dedos cruzados. Pero no entendía porque nos poníamos así, si su padre es totalmente chévere.
Nos había dicho que estaba bien, que si se podía quedar. Chocamos las manos, y trancamos.
-Ok, vámonos. Me dijo al instante.
Tomamos nuestras cosas, pero antes de ir a buscar a Valeska, ella me acomodo el cabello, y yo a ella la falda.
Cuando estábamos atrás había una multitud de gente. No veíamos por ningún lado a nuestra amiga pero yo, Andreina Fernández, veía la historia repitiéndose una vez más, solo que esta vez, ante mis propios ojos.