lunes, 4 de julio de 2011

Capítulo 10

Observaba como las personas bailaban sin control alguno.
La música se me hacia cada vez mas distante, y lo único que lograba escuchar con claridad era esa voz que insistía tanto por sacarme la respuesta que tanto esperaba.
-¿Y, entonces? Pregunto.
Me di media vuelta, y le di un beso en la mejilla, luego le pique el ojo yéndome lentamente, dejando a Andrés completamente confundido de lo que había sucedido.
No sabia que responderle, pues el me había asombrada al aparecer así de la nada en la fiesta de Angélica, y desde muy chiquita deseaba irme seductoramente de alguien, algo similar a lo que suele suceder siempre en las películas románticas o de misterio.
Camine hacia el otro lado de la pista de baile donde se encontraba Isabella bailando ella sola, fue algo que me hizo soltar una gran carcajada.
Por lo que note ella estaba ebria pero, consiente de todas sus acciones, ya que me había entregado su bebida transparente que cuyo nombre no me se, y me dio una mirada de ‘‘tómatelo tu, yo no puedo más’’.
El vaso era tamaño mediano, y la bebida estaba por un poco menos de la mitad, así que me la tome de un solo trago. Sentía la sensación que se me quemaba la garganta, y la necesidad de tomar con urgencia un poco de agua, pero no veía alguna bebida sin alcohol en la fiesta, así que mi último recurso era tomar de mi propia saliva.
Cuando voltee para ver a Isabella, estaba boca abierta por lo que había recién hecho, luego me mostró una sonrisa y me halo a un circulo donde se encontraban Verónica, Valeska, Andrea, Patricia, Gabriela, Stella, Daniel, Sebastian, Jorge, Rubén, David, Héctor y otros dos muchachos que no los conocía; estábamos cantando a todo volumen la canción Hey baby de Pitbull y T-Pain.
Hay personas que no saben hablar ingles, y cantan las canciones como mejor les suena, así como nosotros.
Todo el mundo nos veían; ellos observaban los bien que la estábamos pasando, tanto era la atención que teníamos que Angélica le ordeno al señor de la miniteca que nos alumbrara con el reflector.
En ese mismo instante sentía que no necesitaba de otras personas sino de tan solo mis amigos para poder llegar a ser feliz, me había olvidado completamente de todo y solo disfrutaba del momento.
Mi corazón estaba realmente acelerado, y la luz del reflector blanco me pegaba directo en la cara. Cerré los ojos y al abrirlos estaba en el suelo, por dos segundos había olvidado donde estaba, todos me rodeaban tratando de explicarse que era lo que me había ocurrido. Quisiera explicarlo pero, no recuerdo absolutamente nada.
Angélica corrió de donde estaba para llegar a mí, me tomo de la mano y me llevo al frente de su casa.
Me senté en la cera, ella me dijo que ya volvía que buscaría un poco de refresco.
Allí me encontraba sola, hasta que llego un carro Celica color azul, del cual se estaba bajando Santiago, y otras personas que no lograba ver ya que estaba oscuro.
El se acerco a mí y me pregunto:
-¿Qué haces aquí sola?
-Respirando algo de aire fresco. Conteste.
Se sentó a mi lado, sin decir nada, solo estaba allí observándome fijamente. Note que tenia un brillo en sus ojos, lo que para mi significa que estaba feliz, y mucho.
Me recosté sobre su hombro, y su brazo me rodeaba la cadera.
-¿Vez esas tres estrellas? Pregunto.
-Si, con claridad. Le dije.
-Suelo decir que esos son mis dos hermanos y yo. Nosotros solíamos ser muy unidos pero ellos crecieron y continuaron su vida fuera de casa, cada vez que tengo una importante decisión, busco a esas estrellas porque se que sin importar que opción elija  ellos me apoyaran. Me contesto observándolas con orgullo.
Me había impactado lo sentimentalista que era Santiago, desde que lo conocí nunca me había dicho algo así.
Duramos alrededor de unos 13 minutos hablando, cuando una chica rubia se nos acerco y nos interrumpió diciéndonos que harían un concurso de quien bebía más tragos de Tequila, que no nos lo podíamos perder.
Santiago se fue junto a la muchacha, yo me quede viendo el cielo. No me interesaba la idea de ver a la gente compitiendo por quien se embriagaba más rápido.
Había pasado un largo rato, y note que en el porche de Angélica había una hamaca. Estaba algo cansada de estar sentada, así que me puse de pie y camine hasta allí para recostarme, coloque mi celular y mi bolso de lado en una silla de cuero que estaba al lado de una mesa de mármol.
Me encontraba de nuevo sola, aunque no me sentía así; me sentía totalmente libre, con la libertad de pensar y hacer lo que quisiera, curiosamente lo único que pasaba por mi mente era ver a las estrellas; así como Carlos tenía su pequeño obsesión por los gatos, yo la empezaba a tener por la astronomía.
Al observarlas, vi pasar una estrella fugaz y pedí un deseo; suelo contar todo lo que me sucede, mientras lo recuerde, pero dicen que si revelo lo que pedí no se hace realidad.
Tome mi celular para tratar de tomarle una foto a la luna y algunas estrellas que la rodeaban, cuando note que tenía una llamada perdida, era de Verónica. Iba a llamarle, pero ella se me había adelantado.
Se escuchaba bastante ruido, algo así como de música, pero no la  voz de mi amiga.
Hasta que escuche un grite que no falto mucho para romperme los tímpanos, preguntándome donde estaba. Le conteste que en el porche de Angélica.
Seguía escuchando puro desorden, luego de unos segundos se tranco la llamada. Me había parecido algo raro, pues ni siquiera un ‘‘ven para acá’’ o ‘‘voy para allá’’ dijo.
Me senté en la hamaca y como estaba algo despeinada, use los dedos de la mano como un peine. Y me acomode la parte de arriba de la falda.
Estaba algo dormida, con el aliento oliendo a puro alcohol y preguntándome donde estaba Angélica con el refresco que me había dicho que traería. Me coloque de pie, para volver a la fiesta, ya había pasado mucho tiempo siendo algo así como un ‘‘autista’’.
Ya iba por el jardín, cuando recordé que había dejado mi bolso en la silla de cuero; me devolví para tomarlo.
Mientras caminaba estaba viendo para atrás para chequear que no había olvidado otra cosa, eso causa que me tropezara con Verónica, haciendo pegar cabeza con cabeza. Sacándome un moretón, a ella solo le ocasiono un pequeño bulto.
Nos observamos, con las manos en la frente, luego nos reímos mientras decíamos ‘‘Au’’ del dolor.
Nos abrazamos, y le pregunte:
-¿Dónde esta Valeska?
-Creo que sigue bailando, te llame porque quería asegurarme de que no estuvieses desmayada en alguna esquina. Contesto.
-Que buena amiga. Oye ¿no crees que es mejor que vallamos?, ya la fiesta esta algo aburrida. Le dije.
-Y lo dice la que a estado allí desde que llego. ¿Nos podemos quedar un rato acá? Es que no quiero llegar a mi casa en estas condiciones y además, tenemos que esperar a Valeska. Respondió.
La mire detenidamente, con una ceja levantada. No entendía en que ‘‘condiciones’’ se encontraba, yo la veía totalmente normal; solo tenia el aliento oliendo a alcohol, igual que yo.
A Verónica la conozco desde que nació, yo soy seis meses mayor que ella, somos inseparables, y nos tenemos un montón de confianza. Algunas personas dicen que somos hermanas, otras dicen que gemelas, pero yo no veo el parecido, ya que ella tiene el cabello ondulado corto y yo lacio largo.
La volví a mirar, ella me apretó durísimo, yo abrí mi boca  y le exhale un poco del olor de la bebida transparente que me había dado Isabella, para que me soltara, cosa que dio resultado al instante.
Se recostó en la hamaca, y lo primero que sus ojos captaron fue el hermoso cielo estrellado, puso su bolso de lado para al frente de ella y busco entre sus cosas su teléfono y le tomo una foto. Me dijo que mirara como había quedado, me acosté a su lado y apenas la vi le pedí que me la pasara por el Blackberry Messenger.
La guarde en mi celular, y vi que Verónica estaba volviendo a buscar algo entre su bolso; cuando lo consiguió, note que era un spray sabor a limón. Abrió su boca y se hecho un poco, luego me puso la mano con la botellita queriendo decir que me echaría un poco, yo abrí completamente mi mandíbula y saque la lengua, ella me dio una mirada de ‘‘si eres exagerada’’ y me hecho. Tenía un sabor a aire, la cual me hizo toser.
Ahora mi aliento olía a limonada disfrazada con un poco de cerveza.
-¿Por qué no te quedas hoy en mi casa? Le pregunte.
Me dio su teléfono y estaba en la agenda, con el contacto de ‘‘Papá hermoso’’ subrayado, eso significaba que tenia que llamarlo para preguntarle si Verónica podía quedarse conmigo.
Al contestar, las dos estábamos nerviosas, ella tenia los dedos cruzados. Pero no entendía porque nos poníamos así, si su padre es totalmente chévere.
Nos había dicho que estaba bien, que si se podía quedar. Chocamos las manos, y trancamos.
-Ok, vámonos. Me dijo al instante.
Tomamos nuestras cosas, pero antes de ir a buscar a Valeska, ella me acomodo el cabello, y yo a ella la falda.
Cuando estábamos atrás había una multitud de gente. No veíamos por ningún lado a nuestra amiga pero yo, Andreina Fernández, veía la historia repitiéndose una vez más, solo que esta vez, ante mis propios ojos.

viernes, 3 de junio de 2011

Capítulo 9

Nerviosa de pies a cabeza, reaccione a la situación, ¿qué estaba haciendo? Apenas me estaba recuperando de lo sucedido con Alexander, y Andrés era un chico que apenas conocía.
Abrí mis ojos, solo faltaban centímetros para estar labio con labio, me solté de sus brazos.
Lo único que pasaba por mi mente era la voz de Alexander diciéndome ''caíste bajo''.
Las ganas de llorar ya eran incontrolables.
-¿Por qué lloras? Pregunto Andrés.
-Esto esta mal yo no te conozco, de seguro has pensado que soy una ''chica fácil'', lo siento me tengo que ir. Respondí, tomando mis pertenencias y dejando a Andrés totalmente confundido.
No mire hacia atrás, solo baje las escaleras lo mas rápido posible. Casi tropiezo en un escalón ya que las lágrimas no me permitían ver nada en mi camino. Mis ojos parecían ser el vidrio de un carro mojándose por la lluvia, y el parabrisas esta totalmente descompuesto, causando que por este no vea nada.
Al llegar a la playa, hice un gran suspiro, seque mis lágrimas y busque entre mis bolsillos delanteros mi teléfono para poder llamar al taxi.
Me di cuenta de que no lo tenía conmigo, empecé a preocuparme, y a recordar donde lo podía haber dejado.
Llego un momento en el cual recordé que lo había sacado estando sentada en el pico del faro, teniendo una excusa para no prestarle mucha atención a Andrés.
No hallaba que hacer, no quería volver a subir para verle la cara, luego de semejante escena que había hecho, pero después de todo, ese teléfono era el regalo de mis padres de mi cumpleaños pasado, no podía simplemente dejarlo allí.
Me senté en la arena, el sol bronceaba mi piel, la brisa acariciaba mi cabello, ¿por que cada día de mi vida no podía ser exactamente así? No, era todo lo contrario, a los 14 años ya estaba sufriendo por amor.
Mi mama solía decirme, que los mejores amores solo eran dos, entre ellos era el de los adolescentes, ya que todo era nuevo, son cosas nunca vividas, cosas hermosas. Lo que ella nunca me dijo es que podía llegar a sufrir tanto a causa de el.  
Realmente no tenia ganas de subir, no sabia la hora ni cuantos minutos habían pasado, pero por lo que calculaba me arme de valentía en más o menos 1.800 segundos.
Me puse de pie, mire detenidamente las escaleras, subía lentamente cada una de ellas.
Al llegar arriba la puerta estaba abierta, justamente como la había dejado.
No veía a Andrés ya que estaba por los lados y las paredes no me lo permitían, solo lo que tenia al frente; la vista hacia el mar. Ese paisaje realmente me calmo, me hipnotizó, haciéndome caminar hasta la ventana.
-¡Sabia que volverías! Exclamo.
Reaccione, e hice un pequeño brinco.
-No gritaste, felicitaciones. Por cierto, eres como Cenicienta solo que tú no dejaste tus sandalias, sino tu teléfono, a y que eres un poco más moderna. Dijo mostrándome una sonrisa.
No niego que me causo risa, pero realmente estaba incomoda solo quería tomar mi celular y dirigirme hacia mi casa.
-Lo siento, pero ¿me podrías dar mi teléfono? Pregunte.
-¿Por que tanta prisa? Pregunto.
-¿Quieres que te sea total y completamente sincera? Bueno tú lo pediste, ¡NO QUIERO ESTAR AQUÍ CONTIGO!
Se que fui algo descortés, y note que lo lastime con mis palabras.
-De acuerdo, toma. Dijo entregándome mi teléfono.
Me había dolido un poco la forma en que lo trate y como el había reaccionado, realmente quería pedirle perdón pero no me salían las palabras, simplemente me fui.
Cuando estaba caminando por la arena se sentía la misma sensación en mis pies que cuando llegue. Tome mi celular, y llame al señor Fernando; el taxista. Me dijo que estaba cerca, que duraría alrededor de unos 15 o 20 minutos en llegar al puerto.
Mientras lo esperaba me senté en el césped, bajo un árbol. Cerré los ojos, fue un momento en que me desaparecí completamente del planeta tierra, era un mundo donde solamente existía yo, mas nadie. Escuchaba el sonido de las hojas moverse a causa del viento, también a las olas reventarse al llegar a la orilla de la playa.
Después a los minutos empecé a escuchar una corneta, abrí mis ojos y vi al señor Fernando, me levante y camine hacia el carro. Me senté en el asiento trasero, en el de adelante estaba una señora rubia, con ojos color azul, llevaba puesto un vestido rojo y unos tacones, como si fuese a ir a una fiesta, para ser mas especifica unos quinceaños.
Eran las 7:30 de la noche, y había llegado a la casa, subí a mi habitación y me recosté en la cama.
Estaba por caer al hechizo del colchón, cuando entro mi madre y me pregunto:
-¿No te vestirás?
-¿Vestirme para que? Pregunte muy confundida.
-Verónica y Valeska me llamaron sacándote permiso para ir a una fiesta. Contesto.
-¡Ah si, la fiesta! Exclame, teniendo la menor duda a que se refería.
Mi madre se dio la vuelta y salio de mi alcoba, tome el teléfono de la casa y llame a Verónica para preguntarle, me respondió que era una reunión en casa de Angélica.
Tranque el teléfono y fui directo al baño para tomar una ducha.
Al salir me coloque una falda alta de color azul cielo, y una camisa blanca combinándola con mis sandalias de flores.
Baje hacia la sala y vi a mi padre preparándose un sándwich de dos pisos le dije que me iría a la fiesta, que llegaba mas tarde.
Tome mi bolso que se coloca de lado, mi padre me vio y me dio algo de dinero.
Salí del departamento y presione el botón para llamar al ascensor. Cuando estaba bajando mi teléfono empezó a sonar, era Valeska. Estaban abajo esperándome para llegar las tres juntas a la casa de Angélica.
En el camino Valeska y Verónica solo hablaban de que habría muchos chicos lindos. En un momento las dos se vieron fijamente y me hicieron tres preguntas al mismo tiempo:
-¿Donde estabas hoy hace unas horas?, ¿quien era el chico que contesto tu teléfono?, ¿ira a la reunión de Angélica?
-Solo les puedo contestar una de sus preguntas, que es la primera; estaba en el puerto, quisiera responderles las otras dos pero realmente no me se la respuesta. Conteste.
Llegamos a la fiesta y lo primero que me paso por la mente este lugar huele al humo del cigarro y alcohol.
Al entrar al patio trasero, ya sabia de donde venia tanto olor.
El lugar estaba algo descontrolado, estaban por cuatro grupos; en la esquina derecha estaban los que bebían, en el árbol de mango estaban los que fumaban, en donde estaban las sillas se podía decir que estaban las parejas ya que se la pasaban abrazándose y dándose besos, y en el medio del patio estaban las personas que bailaban.
La música estaba realmente buena, tanto que Valeska al llegar lo primero que hizo fue ponerse a bailar.
-¿Que hacemos? Pregunto Verónica.
-Realmente no se, lo que hagas te sigo. Conteste.
-Genial, sígueme. Me dijo mostrándome una cara malévola.
Me estaba llevando a la esquina derecha, me iba a integrar en el grupo ''bebedor'' lo que me faltaba.
Nos sentamos en la barra y el bartender se nos acerco y pregunto:
-¿Que les puedo servir?
-Sorpréndenos. Respondí.
Tomo un vaso e hizo muchos movimientos raros, al final la bebida quedo de color azul.
-¿Que es? Pregunto Verónica muy curiosamente.
-Se llama Hpnotik. Contesto el bartender.
Las dos nos quedamos viendo fijamente, sin decir nada. Luego de unos segundos, Verónica alzó su bebida y exclamo:
-¡POR UNA NOCHE LIBRE DE PREOCUPACIONES!
-Por una noche libre de preocupaciones. Repetí, sonando mi vaso con la de ella, para después tomar de el.
Luego de muchos tragos estaba en completa ebriedad, no quería cometer estupideces así que me senté para tranquilizarme un poco.
Sentí que alguien se me acerco, y me dijo:
-No hay gatos cerca, que lastima.
-Alguien tan obsesionado con los gatos solo significa una cosa; Carlos esta acá. Respondí riéndome.
-Con que te gustan puros amigos míos. Dijo.
-¿AH? Pregunte al instante.
-Alexander y Andrés. Curioso los dos nombres empiezan por la letra ''A''. Contesto.
Cada vez me preguntaba mas como Carlos sabia sobre Andrés.
-¿Que sabes de el?
-Lo suficiente, lo dejaste algo loco. Dijo.
-No me juzgues por favor. Le dije poniendo mi labio de lado.
-¿Juzgarte? Pregunto.
-Porque no ha pasado mucho tiempo y prácticamente ya me iba besando con otra persona que no es Alexander, te juro que oigo su voz repitiéndome que caí súper bajo. Conteste.
-No tienes porque sentirte así, ustedes nunca estuvieron en una relación, y si es por eso Alexander ya ha caído bajo miles de veces. Me dijo con cara de decepción.
Por la forma en que me miraba, note que Alexander había hecho algunas gafedades.
-No te preocupes, ¿vamos? Me pregunto, tomándome por el brazo para la pista de baile.
Lo seguí, y estaba sonando la canción Súbelo de Farruko, a nadie parecía importarle su pareja de baile, mire a las muchachas y cada una de ellas bailaba con un desconocido.
Me voltee para darle la cara a Carlos, para comenzar a bailar pero no estaba allí, había desaparecido.
Me puse de puntillas para poder buscarlo, pero no lo encontraba, me iba a devolver para sentarme. Hasta que sentí que alguien me tomo por detrás, haciendo que en ese mismo instante hasta la música se me hiciera nula para concentrarme en esa voz que me pregunto al oído con una voz muy dulce:
-¿Aquí si quieres estar conmigo?

domingo, 1 de mayo de 2011

Capítulo 8

Era 20 de Octubre, lo cual  me indicaba que se cumplían ocho meses de haber rechazado a Alexander.
Muchos de mis amigos piensan que me va bien y que a través de los meses me enamore de Santiago ya que me la paso con el para arriba y para abajo, él se ha vuelto nada mas que un muy buen amigo.
Estaba acostada en la cama pensando en lo curioso que era la vida, cuando entro mi padre a mi habitación y me pregunto:
-¿Bajaras a desayunar mi princesita?
Me causo alegría que me dijera así, hace mucho tiempo que no lo hacia. Desde que lo mío con Alexander termino las cosas no han sido del todo fáciles, lo más difícil que me ha tocado hacer es olvidarlo, se me ha hecho imposible y eterno.
-Voy enseguida papi. Conteste.
Me senté, y me coloque mis pantuflas blancas, me mire al espejo que esta en mi peinadora, tome el cepillo y me hice un colita de caballo.
Al bajar las escalera, la mesa estaba servida, tenia los manteles y una vela aromática, parecía ser una ocasión ‘‘especial’’.
Mi padre estaba sentado con una tasa de café, y mi madre estaba trayendo los waffles que había cocinado a la mesa. Me coloco dos en el plato y yo les eche un poco de jalea.
Mi madre se unió a nosotros en el desayuno y me pregunto:
-¿Qué harás hoy?
-Tengo ganas de caminar por la playa del faro. Conteste.
-Hace mucho tiempo que no vas allí, ¿Por qué se te ocurrió ir? Pregunto padre.
-Por esa misma razón, tengo mucho tiempo sin ir, de seguro el faro me extraña. Respondí.
Mis padres se rieron unos segundos, después se detuvieron y mi madre dijo:
-Bueno Andreina hay algo que te queríamos comentar desde hace un tiempo. Estaba hablando con mi amiga Sofía sobre tus quinceaños, ella me dijo que seria un honor ayudarnos con los preparativos y con conseguir el lugar, me dijo que el 15 de Agosto el Sweet Locky estaba disponible, ¿estas dispuesta a hacer una fiesta?
No soy de las personas que le gusta celebrar su cumpleaños a lo grande, soy como a mi mejor amigo Sebastian le gusta que sea ‘‘sencilla’’.
-Lo dudo mucho. Conteste.
-Como sabia que dirías eso y te conozco más que tu madre, busque otra opción. Dijo padre poniendo su tasa de café a un lado.
-¿Y esa opción seria? Pregunte.
-Un crucero de quinceañeras, este va por toda Europa. Contesto.
No me parecía mala forma de celebrar mi cumpleaños, después de todo eran mis 15 años. Me encanta la idea de conocer lugares nuevos pero lo que no me gustaba era que iría sin conocer a nadie.
Quede pensativa por varios segundos y dije:
-Lo pensare.
La cara de madre estaba un poco rara, ya que había rechazado su oferta, el ambiente se puso algo incomodo así que tome mi plato y le di un beso en la mejilla, subí hacia mi habitación, encendí el televisor y estaban dando ‘‘Marley y yo’’ mi película favorita, mientras la observaba comía de mis deliciosos waffles.
Al terminar seque mis lágrimas; he visto la película mas de diez veces y aunque me se el final siempre termino llorando. Me levante y baje el plato a la cocina, lo fregué y luego fui al baño para ducharme, esta vez el agua estaba algo fría, como no me gustaba la sensación de el agua tan helada pasando por mi piel me bañe deprisa.
Salí y me pare al frente del closet, ya no saber que ponerme se estaba haciendo una costumbre. Luego de 7 minutos desordenando la ropa encontré algo que me gustaba como quedaba; un short, una camisa de rayas blancas con grises, algo grande que caía de lado, y unas sandalias.
Me dirigí hacia el dormitorio de mis padres pero estaban durmiendo, como no quería despertarlos baje y agarre un papel junto a un lápiz, les deje una nota que decía: ‘‘Estaban durmiendo y no quería despertarlos, fui al faro. Los amo, regreso antes de las 9 de la noche’’.
Tome un taxi, y le dije que iría a la playa del faro. Esta no es donde las personas se bañan, era donde los cruceros estacionaban, pero después de un tiempo lo suspendieron y fue abandonado, antes acostumbraba venir muy seguido para olvidarme de todos mis problemas y subía hasta la punta del faro, la vista hacia el océano era hermosa, era un lugar relajante, ese era un lugar ‘‘Andreina’’.
Después de 53 minutos de un viaje con algo de tráfico, al fin llegue. Me baje del taxi y me quite las sandalias para así poder caminar por la arena, estaba algo caliente pero la sensación el los pies era divina.
Para llegar al faro es algo complicado y cansa mucho.
Estaba realmente agotada y me senté en la orilla de la playa, veía el reflejo del sol en el mar, escuchaba como las olas caían, no había un momento más perfecto que este.
Han pasado 2 horas y sigo viendo el mismo paisaje, sencillamente no me canso. Me puse de pie y me prepare para la gran subida del faro.
Las escaleras parecían ser eternas, pero luego de 8 minutos al fin llegue al pico.
Cerré la puerta y camine hacia la ventana, cuando sentí escuchar una voz decir:
-Eres aun más bonita de cerca.
Me asuste y grite fuertemente, al voltear era un muchacho algo alto, de piel morena, con el cabello negro al igual que sus ojos, llevaba brakets de color rojo en la dentadura de arriba pero no en los de abajo, no se de donde se me hacia conocido, pero yo a ese chico lo había visto en algún lugar.
-¿Disculpa? Pregunte.
-Llevo un largo rato aquí arriba, estaba viendo el paisaje cuando te vi sentada en la arena, pensé que nunca subirías. Contesto.
Me incomodaba un poco su atrevimiento, y el lugar no es lo mismo cuando hay dos personas, no puedo pensar o desahogarme.
-Creo que debería volver otro día. Le dije.
-¡NO! Exclamo.
¿Tanto interés tenia este chico por que me quedara, que hasta me grito?
-Disculpa no lo quería decir de ese modo. Me refiero, ¿hiciste un largo viaje para irte al instante? Quédate un rato más. Dijo poniendo su labio inferior de un lado, y dándome una mirada algo matadora.
-Me quedo solo si te callas y me dejas disfrutar como si estuviese sola. Conteste.
Extendió su brazo queriendo decir ‘‘trato echo’’ yo la tome, luego me soltó y se sentó en una esquina en el suelo con su blackberry, yo le di la espalda y solo miraba hacia al mar.
Tenía muchas ganas de derramar algunas lágrimas pero no quería armar una escena, así que solo aguante mis ganas.
Luego de algunos minutos empecé a oler un desagradable olor, al voltear vi al chico con un cigarrillo en la mano y soltando el humo por la boca.
-¿Sabes que eso te hace daño? Pregunte.
-No me importa. Contesto.
-Bueno lo pondré de este modo, no lo digo por ti, tu no me importas total eres tu el que se esta dañando los pulmones, lo digo por mi, no me agrada ese olor y me hace mal. Le dije.
Apago el cigarrillo y me pregunto:
-¿Cómo te llamas? Yo me llamo Andrés.
Mostrándole una sonrisa picara le dije:
-Lo siento, no le digo mi nombre a desconocidos.
-Bueno, persona de hermosos ojos ¿te han dicho que eres odiosa? Pregunto.
-No, eres el primero. Conteste.
Hizo un suspiro, me guiño el ojo y me demostró una sonrisa. Yo me senté en el suelo totalmente alejado de el.
Andrés no me quitaba la mirada de encima, pasaron varios minutos de silencio, hasta que lo rompió y me dijo:
-Ya te sabes mi nombre, tengo 16 años, desde hace dos meses que empecé a venir a este faro, y lo que me esta pasando por la mente en este mismo instante es ¡ESTA CHICA ES REALMENTE HERMOSA!
-No te pregunte nada de eso. Le dije tomando mi teléfono.
-Lo se. Contesto.
-¿Entonces por que me lo acabas de decir? Pregunte.
-Porque en tu mirada puedo ver que me quieres conocer, y que hace algunos minutos estabas totalmente alejada de mi y aunque no lo creas te has acercado. Respondió.
-Eso es mentira. Le conteste.
-Antes estabas debajo de la ventana al lado de esa roca, ahora estas del lado del salvavidas. Dijo dándome una mirada algo sarcástica.
-Andrés ¿esto realmente te funciona con las chicas? Sabes no soy tonta, del lado derecho tengo la roca y del lado izquierdo tengo el salvavidas. Respondí.
Nuestros temas de conversaciones se podría decir que eran algo ‘‘estupidas’’.
-¿Qué odias? Pregunto.
-Que las películas de terror, cuando esta por pasar algo sea en lo oscuro y que tenga ese tono de siempre, ¿y tu? Conteste.
-Yo odio que por mas preguntas que te allá echo no logro conocerte bien. Respondió.
-Gou, estas muy inspirado tu ¿no? Pregunte.
Mediante las horas, mi puesto de sentar era cada vez más cerca de Andrés, hasta que llego el momento del que ya estaba sentada a su lado, el me rodeo con sus brazos, yo no hacia lo mismo solo me recosté sobre su pecho.
-Me llamo Andreina. Le dije juntando mi labio de una manera provocativa y mirándolo hacia arriba.
El bajo su rostro, y me miraba fijamente con esa mirada que se puede decir que era algo matadora, los dos sabíamos lo que sucedería pero no quien haría el atrevimiento.

lunes, 18 de abril de 2011

Capítulo 7

Respire profundo, me puse de pie y camine directo hacia la puerta, ¿Quién podría ser? Es decir, eran las 11:30 de la noche.
Al tomar la manilla, sentí un escalofrío por todo el cuerpo, estaba realmente helada.
Abrí la puerta, mis ojos no podían creer a la persona que veían, no era quien esperaba que fuera; era Verónica.
-¿Estas ocupada? Pregunto.
-No, ¿sabes la hora que es? Pregunte.
-Yo si, pero aparentemente tu novio no y tampoco en que piso vives. Respondió.
Quede pensativa, la palabra ‘‘novio’’ salio de los labios de Verónica, ¿a quien se refería? Tenia un novio y ni lo sabia pero ¿mi amiga si?
Sacándome de mis pensamientos, entro Alexander con una rosa roja.
-Andreina perdóname, no fue mi intención, se que estuvo mal lo que hice.. Alexander callo por un segundo y miraba lo que estaba al fondo; Santiago.
Empezaron a salir palabras de su boca y precisamente no eran de disculpas:
-No pensé que me perdonarías, pero tampoco que me hicieras esto, no piensas en mas nadie que no seas tu. Como un ser humano que soy permíteme decirte, ¡CAISTE BAJO! Hasta tu en el fondo sabes que es verdad.
¿A que rayos se estaba refiriendo Alexander? Parecía estar sufriendo un trastorno de bipolaridad, en un minuto me hablaba con su voz mas romántica posible, y al otro me gritaba que solo pensaba en mi.
-¿Buscando una excusa? No te demostré respeto al besarme con mi ex novia, ¡pero si al confesarte lo que hice y no haberlo hecho un secreto! Exclamo.
-¿Buscar una excusa para que? Pregunte.
-Esta muy claro lo que estabas haciendo con tu amigo. Respondió.
Ya había captado a lo que se refería Alexander, voltee y vi a Santiago, el solo me miraba y ni siquiera tuvo la cortesía de aclarar las cosas.
Algo de mi estallo y empecé a decir palabras que no podía controlar:
-Perdón si te ofendo pero, yo no soy ese tipo de persona y creo que lo deberías saber, ¿crees que te mereces una explicación de quien es el joven a fondo? Bueno si, te diré algo breve ¡era quien me estaba animando para perdonarte! ¿Con lo que has dicho piensas que lo are? Sabes lo haces un poco difícil.
Alexander puso de un lado la rosa roja, tomo mi brazo y le empezó a dar besos, mientras me decía:
-Andreina que tonto soy, en serio discúlpame, últimamente he metido demasiado la pata, arruinándolo todo entre nosotros. Si lo dejas todo hasta acá ¿Cómo piensas que viviré sin estos bracitos, sin que esos ojos color miel me miren, sin esos labios que me provocan tanto? Bueno lo más importante ¿Cómo viviré sin ti?
¿Me estaba equivocando en no perdonarlo? Estaba realmente confundida, todos merecemos una segunda oportunidad mas no una tercera...  Pero ¿si yo no le había dado ni la segunda?
Quitándole mí brazo, para abrazarlo y decirle todo al oído:
-Alexander estoy realmente cansada, esta noche la tomare para pensar si habrá un ‘‘nosotros’’ ¿te podrías retirar y venir mañana?
Alexander me soltó y con una cara de decepción se fue dejando todo en silencio, faltaban cinco centímetros para que la puerta cerrara, Verónica la empujo y me dijo:
-Eh mañana hay conjunto de profesores, así que no hay clases. Cerrando la puerta lentamente.
Hice un gran suspiro, y como si no fuese ocurrido nada le dije a Santiago:
-El cuarto de huéspedes esta todo acomodado, ¿te llevo?
-De acuerdo. Contesto.
Subimos al dormitorio, y le enseñe cada detalle de el, antes de salirme Santiago sentado en la esquina derecha de la cama con sabanas chinas, me dijo:
-Buenas noches Andreina.
Le mostré una sonrisa y le dije que descansara, cerré la puerta y camine hacia mi cuarto.
Arriba de la cama estaba lo que yo le digo pijama, realmente no lo es pero es lo que me coloco al dormir, es un short y una camisa que dice ‘‘I love Europe’’, me la coloque y puse en la cesta lo que tenia puesto.
Cerré los ojos, y no pensé en lo que le diría al día siguiente a Alexander, sencillamente me quede dormida.
Eran las 9 de la mañana, me había despertado por mi cuenta, me levante de la cama y fui directo al cuarto de huéspedes, Santiago todavía estaba durmiendo, me causo mucha risa la forma en que lo hacia, pareciera que estuviese un muerto en su ataúd, tenia los dedos agarrados y sus manos encima de su pecho, tenia una cara de bravo.
Me fui del cuarto para no despertarlo, baje para revisar si estaban mis padres. Era curioso no habían llegado.
Mi barriga estaba haciendo sonidos extraños, lo cual me indicaba que tenia hambre.
Abrí la nevera y no encontraba nada fácil de cocinar. Siendo sincera soy pésima cocinando. Lo más sencillo que había era un paquete de tequeños, los tome y solo necesitaba freírlos.
Encendí la hornilla, coloque el sartén, y espere que el aceite se pusiera caliente. No soy buena en muchas cosas, y una de ellas es esperar cuando tengo hambre, metí un tequeño pero el aceite no hacia nada, 5 minutos después empecé a ver resultados así que metí los demás tequeños.
Camine hacia la tercera gaveta, donde guardamos los platos, tome uno que a los bordes tiene mini torres Eiffel, lo coloque en el mesón. Al hacerlo vi el ramo de flores que Alexander me había regalado el 14 de febrero, busque un vaso con agua y se los eche a las orquídeas, claveles y rosas.
Me acorde que estaba cocinando, y corrí hacia la hornilla, el primer tequeño estaba totalmente quemado.
Tome los demás y los coloque en el plato antes de que ocurriera lo que paso con el primero.
Busque un poco de limonada, y me senté a comer. Era extraño que comiera sola, había tanto silencio que escuchaba los crujidos al masticar.
Quede satisfecha pero todavía quedaban ocho tequeños, tome el plato y serví un poco de limonada en un vaso que estaba en el estante y se los lleve a Santiago.
Al abrir la puerta note que todavía estaba durmiendo, puse todo en la mesita de noche, me acerque a el y lo empuje de un lado a otro diciendo:
-¡Santiago despierta, Santiago despierta!
Abrió los ojos y se tapo con sus manos la cara, me dio mucha risa, camine hacia la mesita de noche, tome las cosas y me senté en posición india del lado izquierdo de la cama, y le dije:
-Te hice desayuno.
Se levanto para sentarse, note que estaba sin camisa y que tenia un abdomen algo sexy, tome el plato y me pregunto:
-¿Esa cosa negra que es?
Me eche una gran carcajada y le dije:
-Tranquilo no lo tienes que comer.
-Es que no pretendía hacerlo. Contesto.
Termino de comer y me dijo:
-Estaba delicioso, gracias. Por cierto tu madre me envío un mensaje avisando que bajarían mas tarde, están visitando a tu abuela.
-¿Tus padres también? Pregunte.
Movió su cabeza de arriba hacia abajo afirmando.
-¿Entonces que quieres hacer mientras pasan las horas? Pregunte.
-Hablemos de lo que sea, ven acuéstate. Contesto.
Me acosté y no me dio la oportunidad de hablar, y pregunto:
-¿Te ha pasado algo vergonzoso?
-Haber déjame pensar… Si, cuando tenia 12 años, no recuerdo como salio el tema pero mi hermana se dio cuenta de que no podía hacer el sonido del ‘‘cochinito’’ y me pregunto si me podía grabar tratando de hacerlo, cuando me estaba grabando me estaba riendo y sin querer pegue mis dientes contra la pared, ese vídeo se hizo muy famoso gracias a ella. Respondí.
Santiago se puso como dice la expresión ‘‘muerto de la risa’’.
-¿A ti no te ha pasado nada vergonzoso señor risitas? Pregunte.
-Si, y créeme que es mas vergonzoso que lo tuyo. Contesto.
-¿Qué esperas en contarme? Ya sabes algo vergonzoso mío, ahora yo tengo que saber algo de que reírme de ti. Dije.
-Bueno, cuando tenia como 9 años mi familia hizo un viaje a París, ninguno de nosotros sabíamos francés, estábamos en el metro para ir al hotel y mis padres no sabían como comprar el ticket, mi hermano mayor Enrique sugirió que presionáramos el botón rojo que estaba pegado a la pared, mi mama le hizo caso y lo toco, una alarma empezó a sonar, una señora alta y bronceada se nos acerco y todos me miraban a mi, y me empezó a gritar, me imagino que estaba insultando. Respondió.
Duramos horas y horas contándonos cosas sobre nuestras infancias, hasta que mi teléfono sonó. Había recibido un pin de Alexander preguntándome a que hora venia a mi casa, le conteste que viniera en una hora.
-Santiago realmente me agrado haberte contado todo esto, iré a tomar una ducha, viene Alexander para terminar nuestra conversación, si quieres te metes en la otra regadera y yo te doy una ropa que dejo mi cuñado antes de irse con mi hermana. Le dije.
-Me parece una estupenda idea. Contesto.
Fui a buscarle la ropa, un blue jeans y una camisa arremangada color blanca para que pudiera combinarlas con sus converse que había traído. Se lo deje encima de la cama y camine al baño, encendí la regadera y el agua estaba caliente, justo como a mi me gusta.
No quería salirme pero ya había demorado mucho tiempo y casi pasaba la hora, fui hacia mi alcoba y me pare al frente del closet, era la primera vez que tardaba tanto en decidir que ponerme; me coloque un blue jeans, y una camisa de botones azul que al describirla sonara patético, junto a unas sandalias que llevaba flores de color azul, mi ropa hacia conjunto con mi olvidada tobillera que me regalo un gran amigo.
Me dirigí donde estaba Santiago para chequear si estaba listo, se estaba colocando los zapatos.
Se dio cuenta que estaba parada en la puerta y me dijo:
-Te vez hermosa.
Quede súper atónita, le mostré una sonrisa tipo ‘‘colgate’’.
Sonó mi teléfono, al revisarlo era Alexander, que estaba en planta baja esperándome.
-Debemos bajar, ya llego. Le dije.
Santiago agarro su celular y me abrió la puerta, toque el botón del ascensor y llego al instante.
Cuando estábamos bajando Santiago presiono el botón que esta del lado derecho de su teléfono y me pregunto:
-¿Nos podemos tomar una foto?
Me ocasiono mucha risa, no soy de las personas que se toma fotos contra el espejo.
-De acuerdo, solo una. Conteste.
El me abrazo y al tomarla sonó un pequeño click. Para ser unas de las primeras fotos así, no había quedado nada mal.
Llegamos a planta baja y Alexander se encontraba en el área de la piscina en las sillas de bronceado. No se encontraba solo, estaba con un muchacho de piel morena, llevaba brackets, con el corte llamado ‘‘honguito’’, un poco mas bajo de mi estatura.
Santiago y yo caminamos hacia ellos, el chico que estaba con Alexander no espero en que lo presentaran, el lo hizo por su cuenta:
-Mucho gusto soy Carlos.
Extendí mi brazo y le dije:
-Andreina.
Me agache y le di un beso en el cachete a Alexander.
Pasaron tres minutos de silencio, hasta que Carlos observo un gato y dijo:
-Miren el gato esta bebiendo de ese charco.
-No vayas a empezar. Contesto Alexander.
¿Empezar que?, ¿a que se refería con eso?
Alexander tomo mi mano, y junto nuestros dedos, yo lo observe y el a mi, me demostró una sonrisa.
-¿Descansaste? Pregunto.
-Un poco, si. Conteste.
Me dio un beso en el cachete, interrumpiéndonos Carlos volvió a mencionar al gato:
-Miren ahora el gato esta acostado en aquella silla.
Este chico tenia una pequeña obsesión con los gatos, ¿acaso a eso se refería Alexander con ‘‘no empieces’’?
Después de un tiempo no le di mucha importancia.
Santiago me veía con una cara de ‘‘ve a hablar con el’’
Me levante y hale a Alexander conmigo para poder platicar, nos sentamos en el borde de la piscina y antes de tener la oportunidad de decir algo me dijo:
-Te lo dije ayer y te lo vuelvo a decir hoy. Por favor perdóname, te juro que no volverá a pasar.
-De acuerdo Alex, disculpado. Conteste.
-Entonces…
-¿Entonces que? Pregunte.
Alexander se notaba un poco tenso y tratando de buscar las palabras exactas, hasta que al fin las hayo:
-Andreina Fernández, lo que siento por ti no lo había sentido por nadie, y quisiera preguntarte, ¿quieres ser mi novia?
No sabia que responder, al entrar en una relación todo se basa en confianza, y ¿Por qué yo no confiaba en Alexander?

jueves, 7 de abril de 2011

Capítulo 6

Sentí como mi corazón se desgarraba, no entendía porque me dolía tanto. Solo pensaba en que ni siquiera éramos una pareja y que el tenia la libertad de hacer lo que quisiera.
¿A esto se refería mi sueño? Que tendré un cuento de hadas pero Alexander no será como se dice ''mi príncipe azul''.
Veía como las parejas pasaban felizmente a mi lado agarrados de la mano, Alexander solo me miraba mientras las lágrimas maquillaban mis mejillas.
El no me decía nada y yo no hallaba las palabras para decirle lo que sentía. Solo me puse de pie, y me fui lentamente dejando todo sin decirle nada.
Al llegar a mi edificio, note que en el área de la piscina no había nadie, entre allí y me senté en las sillas de bronceado, puse el teléfono de un lado, me quite el sweater, y las sandalias de flor, quedando en un short y una camisa de cuadritos, de color azul y blanco. Me levante de la silla, mientras caminaba sentía las piedritas del suelo en la planta de mi pie. Parada al frente de la piscina, observando mi reflejo en el agua.
Me sumergí, al hundirme en el agua, cerré los ojos, todo era raro, los momentos que había tenido junto a Alexander me venían a la mente. Hasta que llego un momento en el que mi respiración no aguantaba ni un segundo mas dentro del agua, al subirme sentí una voz muy conocida preguntarme:
-¿Sabes que te va a dar un resfriado por entrar al agua a estas horas de la noche?
Al voltear, note que era Santiago.
¿Qué haces aquí? Le pregunte.
-Me fascina tu manera de recibir a las visitas. Respondió
El no noto que estaba llorando, no entendía el porque si mis ojos estaban muy rojos, o quizás solo pensó que era el cloro del agua.
Se sentó en posición india en el borde de la piscina y me dijo:
-No tengo las llaves para entrar a mi casa, llame a mis padres y me dijeron que esperara acá, así que aquí estoy. Por cierto creo que es de cortesía atender a las visitas o quizás sea alrevez porque presiento que te dará un resfriado.
Al salirme, mi ropa luchaba contra mí, estaba realmente pesada.
Santiago tomo mi teléfono y mi sweater, yo tome mis sandalias.
-¿Se te apeteció meterte o qué? Me pregunto.
Cuando le iba a contestar, me interrumpió y me dijo:
-Te está llamando un tal Alexander.
Tome el teléfono, vi la pantalla y tranque.
-No preguntare porque le acabas de trancar, ya que no me incumbe. Me dijo.
Le mostré una sonrisa algo hipócrita, toque el botón del ascensor y llego de inmediato.
Llegamos a mi departamento y le dije:
-Siéntete como en tu casa, ya vengo, tomare una ducha rápida.
Mientras estaba en la regadera oía algunos ruidos en la cocina, me apresure en salir y vestirme, cosa que odie más que a nada, ya que el agua estaba a mi gusto, caliente. Me puse un short, y una camisa que caía del lado derecho color gris.
Al bajar vi a Santiago con las dos tasas del viñedo Veroes, me dijo:
-Pensé que te gustaría un rico te de manzanilla.
Era sorprendente, pareciera que me conociera desde hace una eternidad.
Lo tome y le dije:
-Gracias, note que te sentiste como en tu casa.
-Jajá, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Claro. Respondí
-¿El regalo que esta encima del mesón, te lo dio el muchacho que te estaba llamando? Me pregunto.
Estábamos realmente bien hasta que me hizo esa pregunta, -Ehm si fue el, ¿Por qué lo preguntas?
-¿El hizo algo malo? Si note que estabas llorando, y que por algo te metiste en la piscina a estas horas de la noche, también vi como se aguaron tus ojos al ver que estaba llamando. Respondió.
Algo me decía que Santiago parecía ser una buena persona aconsejando, así que le empecé a contar toda mi historia con Alexander, al terminar me dijo:
-Somos hombres entiéndelo, deberías disculparlo.
Otra vez me equivoque, Santiago no era para nada bueno dando consejos. No entiendo a que se refería el con que ''somos hombres'', yo soy mujer y no lo hago.
No quería continuar esa charla con el así que trate de cambiar el tema, cuando de pronto mi teléfono empezó a sonar y era Alexander nuevamente.
Santiago lo tomo y me dijo:
-Esta es la oportunidad de decirle que lo perdonas, y que quieres continuar en dar ese pasó para entrar en una relación.
Por un momento me quede en mi mundo pensando en las palabras de Santiago, pero de pronto recordé las palabras que salieron de la boca de Alexander... "Nos besamos". Voltee y mire directamente a los ojos de Santiago, calle por un minuto, sin darme cuenta empezaron a salir palabras de mi boca que yo no controlaba, le dije:
-Alguien que es capaz de hacerme tanto daño no merece una segunda oportunidad, todos cometemos errores pero si queremos a alguien como tanto decimos ¿por que me traicionaría de tal manera? No importa si es hombre o mujer, hasta que no me demuestre que esta arrepentido y que no lo volverá a hacer quizás haya una oportunidad para un nosotros pero, aun no. No confío en el. Mire el teléfono para trancar la llamada y luego subí la mirada para ver la cara de Santiago, se quedo impresionado y antes de que tuviera la oportunidad de decirme algo, alguien toco a mi puerta interrumpiendo el silencio que había entre nosotros...

miércoles, 30 de marzo de 2011

Capítulo 5

Estábamos sentados encima de unas sabanas color azul cielo. En un jardín que se podría decir que era algo tipo película, tenían un pasillo similar a la entrada de la casa de Alexander, solo que era como un laberinto, las rosas se veían muy frescas, había un cartel que decía: ¡Boa vinda ao jardim do amor! Que en español significa: ¡Bienvenidos al jardín del amor!
Los que me rodeaban no los conocía, pero ellos parecían conocerme a mí, en especial un joven, era un poco más alto que yo, ojos color castaños, tenía el peinado llamado ''cresta'' y una mirada que te decía mas que mil palabras. Tomo mi mano me aparto del grupo, me llevo lejos, a una especie de cueva, donde coloco una manta y encima de ella había un batido de fresa con dos sorbetes, y algunas galletas. Sentados, admirando las hermosas estrellas, sentí que coloco un papel en mi puño, al leerlo decía: Ah cada una de las estrellas le estoy dando una razón por la cual quererte cada vez más... Cuando al final de el empecé a escuchar ''Poppin bottles in the ice, like blizzard. When we drink we do it right gettin slizzard. Sippin sizzurp in my ride, like a three 6. Now I'm feelin so fly like a G6. ’’ Sacándome de mi alocado y muy raro sueño, era Carlos David, el solía ser mi vecino, que desde muy chiquita lo considere mi hermano ya que estuvo en cada momento de mi vida, el siempre me llama para chequear como anda todo, esta vez me llamaba para avisarme que iría a Inglaterra donde vive mi hermana Alejandra con su esposo Andy por si quería enviarle algunas cosas, sin querer le dije que no tenía nada que mandarle, estaba muy distraída pensando en ¿por que había soñado algo tan romántico y que la cara del joven no era precisamente la de Alexander?, o en primer lugar ¿por qué lo había soñado, y que significaba ese papel con tan hermosas palabras?
Tranque el teléfono, me levante, camine hacia el dormitorio de mis padres, pero no estaban allí. Abajo se escuchaban algunas voces y risas, me imagine que no estaban solos, teníamos visita.
Fui a mi alcoba me puse un short, junto a un sweater roxy azul, con unas sandalias blancas que llevan una flor para decorar el pie, baje hacia la sala.
No me equivocaba teníamos visitas.
-Allí está la pequeña de la casa. Dijeron mis padres.
-Oye pero de pequeña no tiene nada, esta muy grande y bonita. Dijo la señora que estaba con mi madre, el señor que estaba con ella movía la cabeza de arriba hacia abajo como si estuviese afirmando lo que ella decía. Había un joven como de mi edad con ellos, el no me dirigía la mirada, su total y completa atención estaba en su blackberry.
Su padre lo dio un empujón con el codo, el subió la cara y me di cuenta que tenia una hermosa mirada, el color de sus ojos no eran muy comunes; eran grises. Era de mi estatura, cabello color castaño ni muy largo ni muy corto. Llevaba puesto unas bermudas de colores, unos conver's y una camisa blanca.
Al instante me saco una sonrisa, el me la siguió y se presento ante mi:
-Mucho gusto soy Santiago.
-Andreina, un placer.
Era un típico Domingo, mi papa con el de Santiago se pusieron a ver un partido de futbol, y como era de esperar las madres para la cocina.
Santiago solo me miraba, era algo muy cómico pero incomodo a la vez.
-¿Quieres bajar a planta un rato? Le pregunte.
-Claro, ¿por qué no?
Tome mis cosas y al bajar estaban Eduardo, Geral, Jesús, Orla, Nohe, Marco y Cristian, nos unimos al grupo y empezamos a platicar.
Eduardo me daba una mirada de ''a ti te gusta el'' junto a una sonrisa picara, Edu no sabia de Alexander, solo lo sabían las muchachas Orla, Nohe y Geral.
Pasaron cinco horas y medias, los padres de Santiago y los míos subieron a Caracas para ''una noche de adultos''.
Santiago y yo subimos a mi casa ya que los chicos se metieron en la piscina y las muchachas fueron a las Colinas.
El se la pasaba halagándome constantemente, me decía: ¡Eres realmente hermosa!, ¡Al ver tus ojos color miel me confundo y me encantaría saber que pasa por tu mente!
Siendo franca, mi ego le dio la vuelta entera al mundo.
El se tenía que ir a su casa, así que lo acompañe hasta la entrada de mi edificio, cuando iba a cerrar la puerta, Santiago me dijo:
-Me encanto haberte conocido.
Quede atónita y sin palabras. Cerré la puerta y camine hacia el ascensor, y me llego un mensaje de Alexander:
-¿En la plaza que queda por tu casa en cinco minutos? Necesito hablar contigo.
El ascensor llego, si subía a mi departamento no iría a hablar con el pero, si iba ¿que mas tenía que decirme? El próximo paso de ''me gustas'' es entrar en una relación.
Veía como los números cambiaban indicando que el ascensor llegaría a planta baja en cualquier momento, deje que el subiera solo de nuevo, haciendo que este bajara sin ningún motivo. Algo de mi quería ver como seria tener una relación con Alexander, siempre soy dura, así que por primera vez en mi vida me deje llevar por lo que le gustaba a mi corazón.
Corrí hacia la plaza, el estaba de espalda sentado en el banquito donde vi a la pareja vía a mi casa.
Lo abrase por detrás y le di un beso en el cachete. El se notaba un poco nervioso. Le dije:
-Te tengo que decir algo.
-¿Ah si, y que es? Pues, yo también tengo que decirte algo.
Me puse en posición india mirándolo, me acerque a su rostro. Mis manos acariciaban la parte de atrás de su cabello, mi cara se iba inclinando hacia la de el, para llegar a los labios, los dos cerramos los ojos. Alexander hizo un gran suspiro y me dijo:
-Ayer cuando me dejaste en mi casa, estaba mi ex novia con mi mama, duramos alrededor de una hora hablando los tres. Ella había venido sola así que le llame un taxi, cuando la acompañe hasta afuera y paso algo.
-¿Si?...
-Perdóname por esto pero ¡NOS BESAMOS!
Mi reacción fue de sorpresa, simplemente me quede sin palabras.

martes, 22 de marzo de 2011

Capítulo 4

Con un nudo en la garganta, sin saber que responderle, pasaron tres minutos de puro silencio. Lo abrase y rompí el hielo diciéndole al oído:
-No quiero perderte, pero me parece muy deprisa decirte que siento lo mismo.
Me respondió:
-Tranquila lo entiendo perfectamente, sé que no te puedo gustar así de repente, me conoces muy poco. No esperaba mucho de tu respuesta, de hecho me dijiste más de lo que yo me imaginaba. Sentía como su respiración se tornaba caliente en mi oído.
Estábamos mejilla con mejilla, me había dado un beso en el cachete y se iba deslizando hacia mis labios, mi corazón palpitaba cada vez más duro, sentía que si seguía así podría salirse.
Frente a frente a tan solo dos centímetros de estar labio con labio, sentía su respiración en mi rostro, mis hormonas estaban un tanto alborotadas, no podía creer que iba a besar a Alexander, mis ojos se cerraron al igual que los de el, era un momento muy intenso y algo loco también.
Escuche la manilla de la puerta que se estaba forzando para abrirse pensé que estaba escuchando sonidos extraños en mi cabeza, o tan solo era algo para arruinar el momento que estaba teniendo con Alexander.
Mi padre estaba parado al lado de la puerta, empuje a Alex hacia su lado, mi papa me veía con cara de confundido, y le dije con voz apenada:
-Papi te presento a Alexander.
-Oh, ¿el del regalo? Su madre me habla mucho de ti, si querías impresionar a mi hija, tenias que hablar conmigo primero. Se río y le extendió la mano para presentarse.
No me pareció que padre estuviese molesto, el es un poco protector cuando se refiere a tener como se dice un ‘‘novio’’ así que me sorprendió que no le hubiese dicho nada malo para asustarlo.
Estaba un poco curiosa, ¿Qué le había dicho mi madre sobre Alexander, si tan solo lo conocía a través de un regalo?
Mi padre y Alexander parecían entenderse, hablaban un tema tras otro. Me alegro mucho que se llevaran tan bien.
Duramos horas y horas hablando, había conocido un poco mas de Alexander y me encantaba, quizás si había sido buena idea aceptar la ‘‘cita’’ como lo dice él.
En nuestras charlas solo faltaba mama, pero ella es aeromoza la mayoría de su tiempo se la pasa viajando por Europa.
Ya se hacía tarde y mi padre se ofreció llevar a Alexander a su casa, por la forma en que él lo trataba sabia que le había caído estupendo.
En el camino estaba sentada en los asientos de atrás junto a él, adelante estaba mi padre conduciendo, me recosté sobre su pecho y el tomo mi mano, sentí mariposas en el estomago, era una sensación muy agradable, algo similar a lo que paso más temprano pero un poco más calmado, bueno mi corazón no iba tan rápido y no sentía que se podría salir.
Llegamos a su casa, se bajo y sostuvo la puerta hasta que yo me bajara, fue un total y completamente caballero, lo acompañe hasta la puerta mientras mi padre esperaba en el auto.
El frente de su hogar era hermoso, tenía un jardín y un pasillo que por el recorrido del camino llevaban rosas a tus lados acompañándote hasta las escaleras de la puerta que por cierto se parecían a las de un museo, era algo espectacular, era uno de esos lugares que te deja boca abierta y sin palabras para describirlo.
Lo abrase por un largo rato, no quería dejarlo ir. Tenía cara de querer decirme algo pero estaba pensando en cómo decírmelo. Me abrazo más duro, tomo mi mano, me alejo y me dijo:
-Lo que paso más temprano quiero que sepas que no quería besarte, te respeto demasiado. No lo haré hasta que me digas que sientes lo mismo. Junto a sus palabras me dio un beso en la mejilla, y entro a su casa.
Me quede pensativa, tal vez me estaba empezando a gustar Alexander o quizás no me gustaba la idea de que mi adolescencia estaba pasando y no había tenido un amor, para recordarlo como el primero y más grande amor, sin embargo no creo que fuera eso ya que la sensación que sentía al estar a su lado era inexplicable e inigualable.