viernes, 3 de junio de 2011

Capítulo 9

Nerviosa de pies a cabeza, reaccione a la situación, ¿qué estaba haciendo? Apenas me estaba recuperando de lo sucedido con Alexander, y Andrés era un chico que apenas conocía.
Abrí mis ojos, solo faltaban centímetros para estar labio con labio, me solté de sus brazos.
Lo único que pasaba por mi mente era la voz de Alexander diciéndome ''caíste bajo''.
Las ganas de llorar ya eran incontrolables.
-¿Por qué lloras? Pregunto Andrés.
-Esto esta mal yo no te conozco, de seguro has pensado que soy una ''chica fácil'', lo siento me tengo que ir. Respondí, tomando mis pertenencias y dejando a Andrés totalmente confundido.
No mire hacia atrás, solo baje las escaleras lo mas rápido posible. Casi tropiezo en un escalón ya que las lágrimas no me permitían ver nada en mi camino. Mis ojos parecían ser el vidrio de un carro mojándose por la lluvia, y el parabrisas esta totalmente descompuesto, causando que por este no vea nada.
Al llegar a la playa, hice un gran suspiro, seque mis lágrimas y busque entre mis bolsillos delanteros mi teléfono para poder llamar al taxi.
Me di cuenta de que no lo tenía conmigo, empecé a preocuparme, y a recordar donde lo podía haber dejado.
Llego un momento en el cual recordé que lo había sacado estando sentada en el pico del faro, teniendo una excusa para no prestarle mucha atención a Andrés.
No hallaba que hacer, no quería volver a subir para verle la cara, luego de semejante escena que había hecho, pero después de todo, ese teléfono era el regalo de mis padres de mi cumpleaños pasado, no podía simplemente dejarlo allí.
Me senté en la arena, el sol bronceaba mi piel, la brisa acariciaba mi cabello, ¿por que cada día de mi vida no podía ser exactamente así? No, era todo lo contrario, a los 14 años ya estaba sufriendo por amor.
Mi mama solía decirme, que los mejores amores solo eran dos, entre ellos era el de los adolescentes, ya que todo era nuevo, son cosas nunca vividas, cosas hermosas. Lo que ella nunca me dijo es que podía llegar a sufrir tanto a causa de el.  
Realmente no tenia ganas de subir, no sabia la hora ni cuantos minutos habían pasado, pero por lo que calculaba me arme de valentía en más o menos 1.800 segundos.
Me puse de pie, mire detenidamente las escaleras, subía lentamente cada una de ellas.
Al llegar arriba la puerta estaba abierta, justamente como la había dejado.
No veía a Andrés ya que estaba por los lados y las paredes no me lo permitían, solo lo que tenia al frente; la vista hacia el mar. Ese paisaje realmente me calmo, me hipnotizó, haciéndome caminar hasta la ventana.
-¡Sabia que volverías! Exclamo.
Reaccione, e hice un pequeño brinco.
-No gritaste, felicitaciones. Por cierto, eres como Cenicienta solo que tú no dejaste tus sandalias, sino tu teléfono, a y que eres un poco más moderna. Dijo mostrándome una sonrisa.
No niego que me causo risa, pero realmente estaba incomoda solo quería tomar mi celular y dirigirme hacia mi casa.
-Lo siento, pero ¿me podrías dar mi teléfono? Pregunte.
-¿Por que tanta prisa? Pregunto.
-¿Quieres que te sea total y completamente sincera? Bueno tú lo pediste, ¡NO QUIERO ESTAR AQUÍ CONTIGO!
Se que fui algo descortés, y note que lo lastime con mis palabras.
-De acuerdo, toma. Dijo entregándome mi teléfono.
Me había dolido un poco la forma en que lo trate y como el había reaccionado, realmente quería pedirle perdón pero no me salían las palabras, simplemente me fui.
Cuando estaba caminando por la arena se sentía la misma sensación en mis pies que cuando llegue. Tome mi celular, y llame al señor Fernando; el taxista. Me dijo que estaba cerca, que duraría alrededor de unos 15 o 20 minutos en llegar al puerto.
Mientras lo esperaba me senté en el césped, bajo un árbol. Cerré los ojos, fue un momento en que me desaparecí completamente del planeta tierra, era un mundo donde solamente existía yo, mas nadie. Escuchaba el sonido de las hojas moverse a causa del viento, también a las olas reventarse al llegar a la orilla de la playa.
Después a los minutos empecé a escuchar una corneta, abrí mis ojos y vi al señor Fernando, me levante y camine hacia el carro. Me senté en el asiento trasero, en el de adelante estaba una señora rubia, con ojos color azul, llevaba puesto un vestido rojo y unos tacones, como si fuese a ir a una fiesta, para ser mas especifica unos quinceaños.
Eran las 7:30 de la noche, y había llegado a la casa, subí a mi habitación y me recosté en la cama.
Estaba por caer al hechizo del colchón, cuando entro mi madre y me pregunto:
-¿No te vestirás?
-¿Vestirme para que? Pregunte muy confundida.
-Verónica y Valeska me llamaron sacándote permiso para ir a una fiesta. Contesto.
-¡Ah si, la fiesta! Exclame, teniendo la menor duda a que se refería.
Mi madre se dio la vuelta y salio de mi alcoba, tome el teléfono de la casa y llame a Verónica para preguntarle, me respondió que era una reunión en casa de Angélica.
Tranque el teléfono y fui directo al baño para tomar una ducha.
Al salir me coloque una falda alta de color azul cielo, y una camisa blanca combinándola con mis sandalias de flores.
Baje hacia la sala y vi a mi padre preparándose un sándwich de dos pisos le dije que me iría a la fiesta, que llegaba mas tarde.
Tome mi bolso que se coloca de lado, mi padre me vio y me dio algo de dinero.
Salí del departamento y presione el botón para llamar al ascensor. Cuando estaba bajando mi teléfono empezó a sonar, era Valeska. Estaban abajo esperándome para llegar las tres juntas a la casa de Angélica.
En el camino Valeska y Verónica solo hablaban de que habría muchos chicos lindos. En un momento las dos se vieron fijamente y me hicieron tres preguntas al mismo tiempo:
-¿Donde estabas hoy hace unas horas?, ¿quien era el chico que contesto tu teléfono?, ¿ira a la reunión de Angélica?
-Solo les puedo contestar una de sus preguntas, que es la primera; estaba en el puerto, quisiera responderles las otras dos pero realmente no me se la respuesta. Conteste.
Llegamos a la fiesta y lo primero que me paso por la mente este lugar huele al humo del cigarro y alcohol.
Al entrar al patio trasero, ya sabia de donde venia tanto olor.
El lugar estaba algo descontrolado, estaban por cuatro grupos; en la esquina derecha estaban los que bebían, en el árbol de mango estaban los que fumaban, en donde estaban las sillas se podía decir que estaban las parejas ya que se la pasaban abrazándose y dándose besos, y en el medio del patio estaban las personas que bailaban.
La música estaba realmente buena, tanto que Valeska al llegar lo primero que hizo fue ponerse a bailar.
-¿Que hacemos? Pregunto Verónica.
-Realmente no se, lo que hagas te sigo. Conteste.
-Genial, sígueme. Me dijo mostrándome una cara malévola.
Me estaba llevando a la esquina derecha, me iba a integrar en el grupo ''bebedor'' lo que me faltaba.
Nos sentamos en la barra y el bartender se nos acerco y pregunto:
-¿Que les puedo servir?
-Sorpréndenos. Respondí.
Tomo un vaso e hizo muchos movimientos raros, al final la bebida quedo de color azul.
-¿Que es? Pregunto Verónica muy curiosamente.
-Se llama Hpnotik. Contesto el bartender.
Las dos nos quedamos viendo fijamente, sin decir nada. Luego de unos segundos, Verónica alzó su bebida y exclamo:
-¡POR UNA NOCHE LIBRE DE PREOCUPACIONES!
-Por una noche libre de preocupaciones. Repetí, sonando mi vaso con la de ella, para después tomar de el.
Luego de muchos tragos estaba en completa ebriedad, no quería cometer estupideces así que me senté para tranquilizarme un poco.
Sentí que alguien se me acerco, y me dijo:
-No hay gatos cerca, que lastima.
-Alguien tan obsesionado con los gatos solo significa una cosa; Carlos esta acá. Respondí riéndome.
-Con que te gustan puros amigos míos. Dijo.
-¿AH? Pregunte al instante.
-Alexander y Andrés. Curioso los dos nombres empiezan por la letra ''A''. Contesto.
Cada vez me preguntaba mas como Carlos sabia sobre Andrés.
-¿Que sabes de el?
-Lo suficiente, lo dejaste algo loco. Dijo.
-No me juzgues por favor. Le dije poniendo mi labio de lado.
-¿Juzgarte? Pregunto.
-Porque no ha pasado mucho tiempo y prácticamente ya me iba besando con otra persona que no es Alexander, te juro que oigo su voz repitiéndome que caí súper bajo. Conteste.
-No tienes porque sentirte así, ustedes nunca estuvieron en una relación, y si es por eso Alexander ya ha caído bajo miles de veces. Me dijo con cara de decepción.
Por la forma en que me miraba, note que Alexander había hecho algunas gafedades.
-No te preocupes, ¿vamos? Me pregunto, tomándome por el brazo para la pista de baile.
Lo seguí, y estaba sonando la canción Súbelo de Farruko, a nadie parecía importarle su pareja de baile, mire a las muchachas y cada una de ellas bailaba con un desconocido.
Me voltee para darle la cara a Carlos, para comenzar a bailar pero no estaba allí, había desaparecido.
Me puse de puntillas para poder buscarlo, pero no lo encontraba, me iba a devolver para sentarme. Hasta que sentí que alguien me tomo por detrás, haciendo que en ese mismo instante hasta la música se me hiciera nula para concentrarme en esa voz que me pregunto al oído con una voz muy dulce:
-¿Aquí si quieres estar conmigo?