lunes, 18 de abril de 2011

Capítulo 7

Respire profundo, me puse de pie y camine directo hacia la puerta, ¿Quién podría ser? Es decir, eran las 11:30 de la noche.
Al tomar la manilla, sentí un escalofrío por todo el cuerpo, estaba realmente helada.
Abrí la puerta, mis ojos no podían creer a la persona que veían, no era quien esperaba que fuera; era Verónica.
-¿Estas ocupada? Pregunto.
-No, ¿sabes la hora que es? Pregunte.
-Yo si, pero aparentemente tu novio no y tampoco en que piso vives. Respondió.
Quede pensativa, la palabra ‘‘novio’’ salio de los labios de Verónica, ¿a quien se refería? Tenia un novio y ni lo sabia pero ¿mi amiga si?
Sacándome de mis pensamientos, entro Alexander con una rosa roja.
-Andreina perdóname, no fue mi intención, se que estuvo mal lo que hice.. Alexander callo por un segundo y miraba lo que estaba al fondo; Santiago.
Empezaron a salir palabras de su boca y precisamente no eran de disculpas:
-No pensé que me perdonarías, pero tampoco que me hicieras esto, no piensas en mas nadie que no seas tu. Como un ser humano que soy permíteme decirte, ¡CAISTE BAJO! Hasta tu en el fondo sabes que es verdad.
¿A que rayos se estaba refiriendo Alexander? Parecía estar sufriendo un trastorno de bipolaridad, en un minuto me hablaba con su voz mas romántica posible, y al otro me gritaba que solo pensaba en mi.
-¿Buscando una excusa? No te demostré respeto al besarme con mi ex novia, ¡pero si al confesarte lo que hice y no haberlo hecho un secreto! Exclamo.
-¿Buscar una excusa para que? Pregunte.
-Esta muy claro lo que estabas haciendo con tu amigo. Respondió.
Ya había captado a lo que se refería Alexander, voltee y vi a Santiago, el solo me miraba y ni siquiera tuvo la cortesía de aclarar las cosas.
Algo de mi estallo y empecé a decir palabras que no podía controlar:
-Perdón si te ofendo pero, yo no soy ese tipo de persona y creo que lo deberías saber, ¿crees que te mereces una explicación de quien es el joven a fondo? Bueno si, te diré algo breve ¡era quien me estaba animando para perdonarte! ¿Con lo que has dicho piensas que lo are? Sabes lo haces un poco difícil.
Alexander puso de un lado la rosa roja, tomo mi brazo y le empezó a dar besos, mientras me decía:
-Andreina que tonto soy, en serio discúlpame, últimamente he metido demasiado la pata, arruinándolo todo entre nosotros. Si lo dejas todo hasta acá ¿Cómo piensas que viviré sin estos bracitos, sin que esos ojos color miel me miren, sin esos labios que me provocan tanto? Bueno lo más importante ¿Cómo viviré sin ti?
¿Me estaba equivocando en no perdonarlo? Estaba realmente confundida, todos merecemos una segunda oportunidad mas no una tercera...  Pero ¿si yo no le había dado ni la segunda?
Quitándole mí brazo, para abrazarlo y decirle todo al oído:
-Alexander estoy realmente cansada, esta noche la tomare para pensar si habrá un ‘‘nosotros’’ ¿te podrías retirar y venir mañana?
Alexander me soltó y con una cara de decepción se fue dejando todo en silencio, faltaban cinco centímetros para que la puerta cerrara, Verónica la empujo y me dijo:
-Eh mañana hay conjunto de profesores, así que no hay clases. Cerrando la puerta lentamente.
Hice un gran suspiro, y como si no fuese ocurrido nada le dije a Santiago:
-El cuarto de huéspedes esta todo acomodado, ¿te llevo?
-De acuerdo. Contesto.
Subimos al dormitorio, y le enseñe cada detalle de el, antes de salirme Santiago sentado en la esquina derecha de la cama con sabanas chinas, me dijo:
-Buenas noches Andreina.
Le mostré una sonrisa y le dije que descansara, cerré la puerta y camine hacia mi cuarto.
Arriba de la cama estaba lo que yo le digo pijama, realmente no lo es pero es lo que me coloco al dormir, es un short y una camisa que dice ‘‘I love Europe’’, me la coloque y puse en la cesta lo que tenia puesto.
Cerré los ojos, y no pensé en lo que le diría al día siguiente a Alexander, sencillamente me quede dormida.
Eran las 9 de la mañana, me había despertado por mi cuenta, me levante de la cama y fui directo al cuarto de huéspedes, Santiago todavía estaba durmiendo, me causo mucha risa la forma en que lo hacia, pareciera que estuviese un muerto en su ataúd, tenia los dedos agarrados y sus manos encima de su pecho, tenia una cara de bravo.
Me fui del cuarto para no despertarlo, baje para revisar si estaban mis padres. Era curioso no habían llegado.
Mi barriga estaba haciendo sonidos extraños, lo cual me indicaba que tenia hambre.
Abrí la nevera y no encontraba nada fácil de cocinar. Siendo sincera soy pésima cocinando. Lo más sencillo que había era un paquete de tequeños, los tome y solo necesitaba freírlos.
Encendí la hornilla, coloque el sartén, y espere que el aceite se pusiera caliente. No soy buena en muchas cosas, y una de ellas es esperar cuando tengo hambre, metí un tequeño pero el aceite no hacia nada, 5 minutos después empecé a ver resultados así que metí los demás tequeños.
Camine hacia la tercera gaveta, donde guardamos los platos, tome uno que a los bordes tiene mini torres Eiffel, lo coloque en el mesón. Al hacerlo vi el ramo de flores que Alexander me había regalado el 14 de febrero, busque un vaso con agua y se los eche a las orquídeas, claveles y rosas.
Me acorde que estaba cocinando, y corrí hacia la hornilla, el primer tequeño estaba totalmente quemado.
Tome los demás y los coloque en el plato antes de que ocurriera lo que paso con el primero.
Busque un poco de limonada, y me senté a comer. Era extraño que comiera sola, había tanto silencio que escuchaba los crujidos al masticar.
Quede satisfecha pero todavía quedaban ocho tequeños, tome el plato y serví un poco de limonada en un vaso que estaba en el estante y se los lleve a Santiago.
Al abrir la puerta note que todavía estaba durmiendo, puse todo en la mesita de noche, me acerque a el y lo empuje de un lado a otro diciendo:
-¡Santiago despierta, Santiago despierta!
Abrió los ojos y se tapo con sus manos la cara, me dio mucha risa, camine hacia la mesita de noche, tome las cosas y me senté en posición india del lado izquierdo de la cama, y le dije:
-Te hice desayuno.
Se levanto para sentarse, note que estaba sin camisa y que tenia un abdomen algo sexy, tome el plato y me pregunto:
-¿Esa cosa negra que es?
Me eche una gran carcajada y le dije:
-Tranquilo no lo tienes que comer.
-Es que no pretendía hacerlo. Contesto.
Termino de comer y me dijo:
-Estaba delicioso, gracias. Por cierto tu madre me envío un mensaje avisando que bajarían mas tarde, están visitando a tu abuela.
-¿Tus padres también? Pregunte.
Movió su cabeza de arriba hacia abajo afirmando.
-¿Entonces que quieres hacer mientras pasan las horas? Pregunte.
-Hablemos de lo que sea, ven acuéstate. Contesto.
Me acosté y no me dio la oportunidad de hablar, y pregunto:
-¿Te ha pasado algo vergonzoso?
-Haber déjame pensar… Si, cuando tenia 12 años, no recuerdo como salio el tema pero mi hermana se dio cuenta de que no podía hacer el sonido del ‘‘cochinito’’ y me pregunto si me podía grabar tratando de hacerlo, cuando me estaba grabando me estaba riendo y sin querer pegue mis dientes contra la pared, ese vídeo se hizo muy famoso gracias a ella. Respondí.
Santiago se puso como dice la expresión ‘‘muerto de la risa’’.
-¿A ti no te ha pasado nada vergonzoso señor risitas? Pregunte.
-Si, y créeme que es mas vergonzoso que lo tuyo. Contesto.
-¿Qué esperas en contarme? Ya sabes algo vergonzoso mío, ahora yo tengo que saber algo de que reírme de ti. Dije.
-Bueno, cuando tenia como 9 años mi familia hizo un viaje a París, ninguno de nosotros sabíamos francés, estábamos en el metro para ir al hotel y mis padres no sabían como comprar el ticket, mi hermano mayor Enrique sugirió que presionáramos el botón rojo que estaba pegado a la pared, mi mama le hizo caso y lo toco, una alarma empezó a sonar, una señora alta y bronceada se nos acerco y todos me miraban a mi, y me empezó a gritar, me imagino que estaba insultando. Respondió.
Duramos horas y horas contándonos cosas sobre nuestras infancias, hasta que mi teléfono sonó. Había recibido un pin de Alexander preguntándome a que hora venia a mi casa, le conteste que viniera en una hora.
-Santiago realmente me agrado haberte contado todo esto, iré a tomar una ducha, viene Alexander para terminar nuestra conversación, si quieres te metes en la otra regadera y yo te doy una ropa que dejo mi cuñado antes de irse con mi hermana. Le dije.
-Me parece una estupenda idea. Contesto.
Fui a buscarle la ropa, un blue jeans y una camisa arremangada color blanca para que pudiera combinarlas con sus converse que había traído. Se lo deje encima de la cama y camine al baño, encendí la regadera y el agua estaba caliente, justo como a mi me gusta.
No quería salirme pero ya había demorado mucho tiempo y casi pasaba la hora, fui hacia mi alcoba y me pare al frente del closet, era la primera vez que tardaba tanto en decidir que ponerme; me coloque un blue jeans, y una camisa de botones azul que al describirla sonara patético, junto a unas sandalias que llevaba flores de color azul, mi ropa hacia conjunto con mi olvidada tobillera que me regalo un gran amigo.
Me dirigí donde estaba Santiago para chequear si estaba listo, se estaba colocando los zapatos.
Se dio cuenta que estaba parada en la puerta y me dijo:
-Te vez hermosa.
Quede súper atónita, le mostré una sonrisa tipo ‘‘colgate’’.
Sonó mi teléfono, al revisarlo era Alexander, que estaba en planta baja esperándome.
-Debemos bajar, ya llego. Le dije.
Santiago agarro su celular y me abrió la puerta, toque el botón del ascensor y llego al instante.
Cuando estábamos bajando Santiago presiono el botón que esta del lado derecho de su teléfono y me pregunto:
-¿Nos podemos tomar una foto?
Me ocasiono mucha risa, no soy de las personas que se toma fotos contra el espejo.
-De acuerdo, solo una. Conteste.
El me abrazo y al tomarla sonó un pequeño click. Para ser unas de las primeras fotos así, no había quedado nada mal.
Llegamos a planta baja y Alexander se encontraba en el área de la piscina en las sillas de bronceado. No se encontraba solo, estaba con un muchacho de piel morena, llevaba brackets, con el corte llamado ‘‘honguito’’, un poco mas bajo de mi estatura.
Santiago y yo caminamos hacia ellos, el chico que estaba con Alexander no espero en que lo presentaran, el lo hizo por su cuenta:
-Mucho gusto soy Carlos.
Extendí mi brazo y le dije:
-Andreina.
Me agache y le di un beso en el cachete a Alexander.
Pasaron tres minutos de silencio, hasta que Carlos observo un gato y dijo:
-Miren el gato esta bebiendo de ese charco.
-No vayas a empezar. Contesto Alexander.
¿Empezar que?, ¿a que se refería con eso?
Alexander tomo mi mano, y junto nuestros dedos, yo lo observe y el a mi, me demostró una sonrisa.
-¿Descansaste? Pregunto.
-Un poco, si. Conteste.
Me dio un beso en el cachete, interrumpiéndonos Carlos volvió a mencionar al gato:
-Miren ahora el gato esta acostado en aquella silla.
Este chico tenia una pequeña obsesión con los gatos, ¿acaso a eso se refería Alexander con ‘‘no empieces’’?
Después de un tiempo no le di mucha importancia.
Santiago me veía con una cara de ‘‘ve a hablar con el’’
Me levante y hale a Alexander conmigo para poder platicar, nos sentamos en el borde de la piscina y antes de tener la oportunidad de decir algo me dijo:
-Te lo dije ayer y te lo vuelvo a decir hoy. Por favor perdóname, te juro que no volverá a pasar.
-De acuerdo Alex, disculpado. Conteste.
-Entonces…
-¿Entonces que? Pregunte.
Alexander se notaba un poco tenso y tratando de buscar las palabras exactas, hasta que al fin las hayo:
-Andreina Fernández, lo que siento por ti no lo había sentido por nadie, y quisiera preguntarte, ¿quieres ser mi novia?
No sabia que responder, al entrar en una relación todo se basa en confianza, y ¿Por qué yo no confiaba en Alexander?

jueves, 7 de abril de 2011

Capítulo 6

Sentí como mi corazón se desgarraba, no entendía porque me dolía tanto. Solo pensaba en que ni siquiera éramos una pareja y que el tenia la libertad de hacer lo que quisiera.
¿A esto se refería mi sueño? Que tendré un cuento de hadas pero Alexander no será como se dice ''mi príncipe azul''.
Veía como las parejas pasaban felizmente a mi lado agarrados de la mano, Alexander solo me miraba mientras las lágrimas maquillaban mis mejillas.
El no me decía nada y yo no hallaba las palabras para decirle lo que sentía. Solo me puse de pie, y me fui lentamente dejando todo sin decirle nada.
Al llegar a mi edificio, note que en el área de la piscina no había nadie, entre allí y me senté en las sillas de bronceado, puse el teléfono de un lado, me quite el sweater, y las sandalias de flor, quedando en un short y una camisa de cuadritos, de color azul y blanco. Me levante de la silla, mientras caminaba sentía las piedritas del suelo en la planta de mi pie. Parada al frente de la piscina, observando mi reflejo en el agua.
Me sumergí, al hundirme en el agua, cerré los ojos, todo era raro, los momentos que había tenido junto a Alexander me venían a la mente. Hasta que llego un momento en el que mi respiración no aguantaba ni un segundo mas dentro del agua, al subirme sentí una voz muy conocida preguntarme:
-¿Sabes que te va a dar un resfriado por entrar al agua a estas horas de la noche?
Al voltear, note que era Santiago.
¿Qué haces aquí? Le pregunte.
-Me fascina tu manera de recibir a las visitas. Respondió
El no noto que estaba llorando, no entendía el porque si mis ojos estaban muy rojos, o quizás solo pensó que era el cloro del agua.
Se sentó en posición india en el borde de la piscina y me dijo:
-No tengo las llaves para entrar a mi casa, llame a mis padres y me dijeron que esperara acá, así que aquí estoy. Por cierto creo que es de cortesía atender a las visitas o quizás sea alrevez porque presiento que te dará un resfriado.
Al salirme, mi ropa luchaba contra mí, estaba realmente pesada.
Santiago tomo mi teléfono y mi sweater, yo tome mis sandalias.
-¿Se te apeteció meterte o qué? Me pregunto.
Cuando le iba a contestar, me interrumpió y me dijo:
-Te está llamando un tal Alexander.
Tome el teléfono, vi la pantalla y tranque.
-No preguntare porque le acabas de trancar, ya que no me incumbe. Me dijo.
Le mostré una sonrisa algo hipócrita, toque el botón del ascensor y llego de inmediato.
Llegamos a mi departamento y le dije:
-Siéntete como en tu casa, ya vengo, tomare una ducha rápida.
Mientras estaba en la regadera oía algunos ruidos en la cocina, me apresure en salir y vestirme, cosa que odie más que a nada, ya que el agua estaba a mi gusto, caliente. Me puse un short, y una camisa que caía del lado derecho color gris.
Al bajar vi a Santiago con las dos tasas del viñedo Veroes, me dijo:
-Pensé que te gustaría un rico te de manzanilla.
Era sorprendente, pareciera que me conociera desde hace una eternidad.
Lo tome y le dije:
-Gracias, note que te sentiste como en tu casa.
-Jajá, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Claro. Respondí
-¿El regalo que esta encima del mesón, te lo dio el muchacho que te estaba llamando? Me pregunto.
Estábamos realmente bien hasta que me hizo esa pregunta, -Ehm si fue el, ¿Por qué lo preguntas?
-¿El hizo algo malo? Si note que estabas llorando, y que por algo te metiste en la piscina a estas horas de la noche, también vi como se aguaron tus ojos al ver que estaba llamando. Respondió.
Algo me decía que Santiago parecía ser una buena persona aconsejando, así que le empecé a contar toda mi historia con Alexander, al terminar me dijo:
-Somos hombres entiéndelo, deberías disculparlo.
Otra vez me equivoque, Santiago no era para nada bueno dando consejos. No entiendo a que se refería el con que ''somos hombres'', yo soy mujer y no lo hago.
No quería continuar esa charla con el así que trate de cambiar el tema, cuando de pronto mi teléfono empezó a sonar y era Alexander nuevamente.
Santiago lo tomo y me dijo:
-Esta es la oportunidad de decirle que lo perdonas, y que quieres continuar en dar ese pasó para entrar en una relación.
Por un momento me quede en mi mundo pensando en las palabras de Santiago, pero de pronto recordé las palabras que salieron de la boca de Alexander... "Nos besamos". Voltee y mire directamente a los ojos de Santiago, calle por un minuto, sin darme cuenta empezaron a salir palabras de mi boca que yo no controlaba, le dije:
-Alguien que es capaz de hacerme tanto daño no merece una segunda oportunidad, todos cometemos errores pero si queremos a alguien como tanto decimos ¿por que me traicionaría de tal manera? No importa si es hombre o mujer, hasta que no me demuestre que esta arrepentido y que no lo volverá a hacer quizás haya una oportunidad para un nosotros pero, aun no. No confío en el. Mire el teléfono para trancar la llamada y luego subí la mirada para ver la cara de Santiago, se quedo impresionado y antes de que tuviera la oportunidad de decirme algo, alguien toco a mi puerta interrumpiendo el silencio que había entre nosotros...